Festival de San Sebastián 2016 (4)

martes, octubre 11, 2016 0 Comments A+ a-

Algunas luces entre muchas sombras

Aún queda mucha tela que cortar dentro de la Sección Oficial, por lo que este texto se mantendrá dentro de su marco, aunque con una novedad: en esta ocasión, hablaré de trabajos que, en mayor o menor medida, me dejaron buen sabor de boca (o, al menos, consiguieron hacerlo después de ser pensados y repensados). Tres trabajos sencillamente aceptables y uno mucho más controvertido, único (para bien o para mal) por las sensaciones que ha logrado generar en mí, conforman este nuevo texto sobre el Zinemaldia 2016.

En primer lugar me gustaría pedir perdón por utilizar la primera persona para hablar de esta obra, Nocturama, que recaló en la Sección Oficial de San Sebastián tras, según dicen, no haber sido tenida en cuenta para competir en el Festival de Cannes por abordar un tema tan delicado y actual como el terrorismo. Debo admitir que es la primera vez que una película crece de esta manera en mi memoria sin necesidad de revisionarla, simplemente con el cambio de percepción que posibilita el paso de los días. Así, pasé de detestar el film de Bonello, de no encontrar en él absolutamente nada reseñable, a apreciar algunas de sus virtudes cinematográficas -a pesar de mi evidente falta de conexión- en cuestión de una semana.



Decir que no te ha gustado Nocturama porque en ningún momento se justifican los actos de los personajes ni se muestran sus motivaciones es no haberla entendido. Se podría decir que precisamente eso es lo más interesante de la cinta: su forma de reflejar el descontento y la impotencia de los jóvenes del mundo moderno, incapaces de hacer frente al sistema que les somete. Por supuesto, esto desemboca en una segunda mitad donde la propuesta se encierra en un centro comercial, y el tiempo libre, la incertidumbre tras el daño ocasionado, hacen que desaparezcan las máscaras de esos jóvenes que hasta el momento parecían hasta convencidos de sus actos (es notable el detenido y meticuloso seguimiento de cada uno de ellos que hace Bonello en los momentos previos al atentado mediante travellings, al más puro estilo Elephant, así como el recurso de la polivisión cuando el proceso comienza a acelerarse). Pero no, su patetismo termina contagiando este ejercicio de estilo (pese a todas las preguntas que habitan en su interior, sigo viendo una obra un tanto frívola, lo cual no es ni mucho menos negativo), y Bonello decide recrearse a la hora de mostrar el destino que estaba escrito desde el principio (la mano ejecutora podría haber sido otra y en otro momento, pero el resultado ses invariable) y al que, incomprensiblemente, esos jóvenes se habían apuntado.

Después de escribir estas líneas, me doy cuenta de que Nocturama tendría que haber entrado en el último texto que le dedicaré a la Sección Oficial, en el que incluiré mis tres trabajos favoritos a competición. Intentando hacer justicia a la película, he acabado haciéndosela a mi propia opinión sobre ella, que ha terminado por dar un giro de 180 grados. Eso sí: nada ni nadie en este mundo podrá convencerme de que una de las secuencias finales de la cinta tiene sentido o algún tipo de funcionalidad narrativa. Dado que no quiero desvelar lo que ocurre en la misma, únicamente comentaré que hace un extraño uso del punto de vista, repitiendo determinado acontecimiento desde prácticamente todas las perspectivas posibles. En este preciso instante, comparto la idea de que no incluir este título en el palmarés, sin duda el más arriesgado y uno de los más valiosos en cuanto a sus prestaciones cinematográficas, fue una dolorosa muestra de cobardía.

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The Giant era uno de los trabajos más esperados de la Sección Oficial. De entre todas las óperas primas, sin duda la más esperada era el debut en el largometraje del sueco Johannes Nyholm, conocido por su interesante cortometraje Las Palmas. Una de las conclusiones que pueden sacarse tras su visionado es la incapacidad del cineasta para enfrentarse a una obra de larga duración. Porque quizá ese es el mayor problema de The Giant, que nunca lograr encontrar el tono adecuado ni la unidad entre sus partes, con momentos notables en un conjunto realmente falto de sustancia y cohesión. La convencionalidad del argumento se suple con la inventiva del director, que nos traslada de nuevo al ya mencionado cortometraje con la estética de las secuencias oníricas, potentes y logradas a simple vista pero completamente fútiles a nivel narrativo. Al final, el debut de Nyholm decepciona porque habla de la marginalidad (desde las deformidades físicas hasta actividades deportivas como la petanca) de una forma tan esporádicamente personal y revolucionaria como finalmente conservadora y rutinaria.

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Vayamos ahora con la película del ganador de la Concha de Plata al mejor director, Hong Sang-soo, el único cineasta en un principio imprescindible en competición junto a Bonello. Lo tuyo y tú supone un nuevo reciclaje de los temas que inundan la filmografía del coreano, manteniendo sus constantes pero alejado de su mejor nivel, siempre a medio gas, falto de frescura. Y es una pena, porque sólo con el punto de partida (una mujer que sufre una serie de desencuentros amorosos por culpa del alcohol) da la sensación de ir a dirigirse hacia nuevos caminos, narrativos y puede que formales; pero la falta de la efectividad de otras de sus obras, la chispa de sus diálogos, que aquí únicamente aparece de forma intermitente, impiden que la cinta brille a nivel global. Su insistencia por hacer uso de ciertos recursos para enfatizar situaciones, gestos y detalles sin necesidad de cambiar el plano sólo adquiere relevancia en su escena final, probablemente lo mejor de la película.

En cuanto a Lady Macbeth, el primer largometraje del cortometrajista británico William Oldroyd, lo más interesante que hay por decir es que, si estamos hablando ahora mismo de ella, es gracias a la excelente interpretación de su protagonista, Florence Pugh, y al escaso nivel de la Sección Oficial. Esta reivindicación de la libertad femenina tiene gracia e incluso entusiasma en sus primeros minutos, cuando apreciamos las intenciones y hacia dónde se dirige el guion adaptado por Alice Birch. Una vez llegada la incesante reiteración, son la interpretación de Pugh y la cuidada y atractiva puesta en escena los elementos que consiguen mantener el interés de esta propuesta, que no deja de perder fuerza hasta el momento en que concluye, cuando su mensaje dejó de importarnos tiempo antes.