Lilting - Don´t say that

lunes, agosto 31, 2015 0 Comments A+ a-

Junn, una mujer china, vive en un geriátrico en Londres y acaba de perder a su único hijo, Kai. Por otra parte está Richard, que se ve igualmente afectado por su pérdida al ser su pareja. Dos personas unidas por un mismo sentimiento, que no se conocen y que ni siquiera hablan el mismo idioma. Junn vive encerrada en su cultura y en las cuatro paredes de su habitación, siendo el atrezzo de ésta lo único que le une con su cultura y pasado. Kai no llegó a contarle a su madre que era homosexual, por lo que para ella Richard era sólo un compañero de piso; sin embargo, siente celos porque la única persona a la que tiene en ese país que le es ajeno prefiere pasar el tiempo con un "amigo".

Para paliar ese sufrimiento se necesitan el uno al otro, y para hacer efectiva esa ayuda deberán dejar atrás barreras culturales y prejuicios, sobre todo por parte de Junn. Por otro lado, el amor hace que ésta se salte todas las barreras -comunicación verbal incluida- para mantener una relación con Alan, un interno del geriátrico.


Lilting resulta mucho más interesante en un principio que tras su visionado. Temas como la pérdida, el olvido, el amor, la vejez y las relaciones paternofiliales en esa etapa... son propicios para sacar de ellos buenas ideas y reflexiones. Pero hay algo en Lilting que me molesta desde el primer plano: un sentimentalismo barato que me saca por completo de la narración. Ese sentimentalismo, reforzado en cada plano de transición -todos de los alrededores de la casa de la pareja; siempre acompañados por la neblina londinense- por temas musicales que no hacen sino potenciar una molesta sensación de artificiosidad. Esa dosis de dramatismo repartida sin mucho éxito a lo largo del metraje -culpa de un guión más que endeble-, nos reporta un buen número de situaciones ridículas, entre ellas el bochornoso clímax final.


El trabajo de dirección del debutante Hong Khaou, mucho más asiático que británico (destaco esto pues la mayor parte de la producción es británica), es lo más destacable de la cinta. El montaje es estupendo y aporta dinamismo a una película repleta de silencios y tiempos muertos, combinando la línea narrativa actual con flashbacks a modo de recuerdos en los que Richard y Junn compartían con Kai sus últimos días. Es sensacional cómo el director de origen camboyano aúna tres líneas narrativas en un mismo escenario, a través de un baile circular en el que participan tres parejas de personajes distintas. También el trabajo fotográfico resulta convincente, sobre todo gracias a la iluminación conseguida en los interiores, donde se desarrolla la mayor parte de la historia.

Lilting es un trabajo siempre bienintencionado, con una dirección muy cercana y un sello autoral interesante, pero que termina siendo reiterativo por no enfocar de manera correcta los temas a desarrollar. Un drama de personajes cuyo desarrollo deja mucho que desear, pues en más de una ocasión su forma de actuar provocará el desconcierto e incredulidad del espectador. Como declaración de intenciones de Khaou es remarcable, pero como trabajo cinematográfico se pierde entre la mediocridad.

Cut Bank - No es país para copias

lunes, agosto 31, 2015 0 Comments A+ a-

El simple hecho de ambientar una película en algún pueblo de la América Profunda -haya nieve o no-, remite inevitablemente al cine de los Coen en general, y a películas como Fargo y Sangre Fácil en particular. Si a esto le sumamos el contar en el reparto con algunos de los colaboradores habituales de los Coen, desaparece cualquier atisbo de duda que pudiera existir. No por casualidad, Matt Shakman se encargó de dirigir los dos últimos (y notables) capítulos de la serie Fargo. No quiero parecer un malpensado, pero es evidente que tantas cosas en común no podían traerle nada bueno a Cut Bank. Sin pretender ser una copia exacta, la sombra de los Coen es alargada y su ingenio y carisma están al alcance de muy pocos. Otra cinta más que se desarrolla en el lugar "donde nunca pasa nada", en esta ocasión el pueblo más frío de los Estados Unidos.


Uno de los principales problemas radica en que tanto director como guionista de Cut Bank son habituales en series de televisión, por lo que adecuar su labor al largometraje no es tarea sencilla. Es muy probable que mucha gente tenga la idea errónea de que en un largometraje deben ocurrir más cosas que en un episodio de serie, y que eso mismo sea lo que le ha ocurrido a Robert Patino a la hora de escribir el guión de esta película. El libreto es de lo más farragoso, sobre todo cuando se trata de introducir o eliminar personajes en la historia.

Dwayne McClaren (Liam Hemsworth) es un joven mecánico en la ciudad de Cut Bank, Montana. Su sueño es irse junto a su novia Cassandra (Teresa Palmer) a la gran ciudad, pero para ello necesitan un dinero que no tienen. Todas sus posibilidades pasan porque Cassandra gane el premio Miss Cut Bank. Un día, cuando Dwayne está grabando en el campo un ensayo de ésta, tiene lugar un asesinato que queda filmado en su cámara. Casualmente, las pruebas evidentes de homicidio están recompensadas con una generosa cantidad de dinero. A partir de este suceso aparece en escena el Sheriff Vogel (John Malkovich), aterrado ante el primer caso de asesinato en la historia de la población.


A pesar de ofrecernos uno de los peores planes jamás vistos en pantalla, uno de esos de los que sólo se puede sacar algo positivo si tienes la gracia y el ingenio que ni Shakman ni Patino aparentan tener, el comienzo de Cut Bank capta el interés del espectador, sobre todo gracias a la aparición de un sorprendentemente inspirado John Malkovich. Cuando el plan empieza a peligrar, tienen lugar una serie de sucesos en apariencia coenianos, pero que no resultan efectivos por la falta de un humor negro que nos haga llegar a la carcajada. En ese devenir de muertes inesperadas, uno se debate constantemente entre el asombro y la sonrisa.

La galería de secundarios es amplia, pero el más llamativo -por su inexplicable importancia en la trama y por su imponente actuación- es el solitario superhombre genialmente interpretado por Michael Stuhlbarg, que nos hace olvidar lo desaprovechado que está Billy Bob Thornton. Sus motivaciones se pierden entre un macguffin que a su vez es un homenaje al célebre macguffin de Pulp Fiction. Sin embargo, y a pesar de las grandes incongruencias que tienen lugar a lo largo del metraje, la historia es -inesperadamente- resuelta con dignidad; después del asombroso embolado que se había montado, el final consigue dejarlo todo atado.


Cut Bank se queda en una mala copia de las ya mencionadas películas, pero aun así resulta estimulante por momentos y no llega a hacerse pesada gracias a su razonable duración. Es inevitable pensar en cómo hubiese sido la película en caso de que muchas de sus situaciones se hubieran ejecutado con más gracia, algo que echamos en falta desde el inicio hasta los créditos finales.

Ghadi - La calumnia

lunes, agosto 31, 2015 0 Comments A+ a-

Los primeros veinte minutos de Ghadi están dedicados exclusivamente a contarnos la vida de Leba (Georges Khabbaz), un profesor de música muy querido por sus vecinos, desde su infancia hasta su casamiento con Lara (Lara Rain) y el posterior nacimiento de sus tres hijos. El hijo menor y único varón, Ghadi, nace con Síndrome de Down y se pasa la mayor parte del tiempo pegando berridos agarrado a los barrotes de la ventana de su casa. Ante las crecientes quejas de unos vecinos dispuestos a hacer cualquier cosa para que Ghadi sea expulsado del pueblo, Leba diseña un plan junto a algunos inadaptados del pueblo, el cual consiste en hacer creer a los vecinos que Ghadi es un ángel.

La película comienza de manera poderosa gracias a una presentación de personajes acompañada de voz en off, travellings y una composición de planos que recuerda al gran Wes Anderson. Después de un comienzo tan esperanzador, la cinta libanesa parece atascarse hasta que, por fin, la sátira social toma fuerza y comienza a funcionar. Porque, a pesar de ser políticamente correcta en todo momento, Ghadi no deja de ser una sátira acerca de los habitantes de un pueblo cualquiera y sus costumbres, con una certera aunque tímida crítica a la facilidad que existe en un grupo o fanatismo de cualquier índole para captar fieles seguidores -sobra destacar el religioso por encima de todos-.


La ópera prima de Amin Dora también parece guardar en su interior un desconcertante mensaje provida. Pese a no parecer ni mucho menos necesario, el director libanés se posiciona indudablemente en una escena desprovista de toda sutileza, en la que Bela pide consejo a su antiguo profesor de música. Existen dos mensajes divergentes que circulan de manera simultánea y, por momentos, hacen peligrar la coherencia de la cinta. No digo esto en forma de crítica a la película o a su guión, pero es inevitable pensar que es un hecho un tanto sorprendente.

Los mejores minutos de Ghadi tienen lugar en el preciso instante que todos los ciudadanos se convierten en devotos del pequeño ángel. Puede que todo resulte desmesurado y excesivamente caricaturesco, pero no es sino eso mismo lo que permite que tengan lugar las situaciones más divertidas de todo el metraje. Cuanto más desinhibida es, mejor funciona la película, elevando tanto su vis cómica como la dramática. Desgraciadamente, sólo podemos decir eso para referirnos a un tramo concreto de esta divertida, bonita e irregular película.


Sobre todo en su segunda mitad, Ghadi contiene momentos divertidos a la par que emotivos, capaces de hacernos olvidar un tramo central nada liviano. Sin embargo, y a pesar de desarrollar una idea más que interesante, en todo momento se echa en falta algo más de garra y mala leche. El conformismo de la mayoría de situaciones y de la película en general, separa irremediablemente a Ghadi de ser algo más que interesante. Y el resultado no está nada mal, pero simplemente con un poco más de ambición podría haber resultado mucho menos complaciente y su mensaje hubiera tenido mayor calado.

Señor Manglehorn - La sombra de Pacino

viernes, agosto 14, 2015 0 Comments A+ a-

Este año llegan a nuestras salas dos películas que, a pesar de que en un principio no parezcan tener nada en común -además de compartir protagonista-, acaban convirtiéndose en dos trabajos odiosamente similares. En ambos casos la película se centra -y existe gracias a- en la figura de su portentoso protagonista, el otrora omnipresente Al Pacino. Y, también en ambos casos, ésa acaba siendo a la vez su perdición y su salvación. El riesgo que conlleva jugar todas tus cartas a un mismo personaje es indudable, como también es un seguro de vida que un señor actor como Pacino cargue con todo el peso de la película a sus espaldas. Pros y contras, tanto en La sombra del actor como en Señor Manglehorn, para rescatar a un actor que parecía irremediablemente acabado. Y las dos pagan el precio para conseguir su objetivo -porque lo consiguen-: ser inmediatamente olvidables.


A.J. Manglehorn es un filósofo -ahora cerrajero- en horas bajas que vive en su casa junto a su gata. Escribe diariamente cartas a la mujer a la que ama, a la cual perdió 40 años atrás. Su relación con los que le rodean es prácticamente nula; parece asqueado por la sociedad y su entorno y no parece estar por la labor de cambiar esa situación. Los intentos de rehacer su vida acaban contándose por errores. 

Por desgracia, las similitudes con la ya mencionada cinta de Barry Levinson no se reducen a otorgarle toda la importancia a Pacino, sino que la forma de evidenciar su crisis interna es prácticamente igual: montaje extraño y epiléptico, atronadora y pesada voz en off, dificultad para diferenciar entre realidad y ficción... Y adolece de prácticamente los mismos problemas que La sombra del actor, pues ambos acaban siendo productos irregulares salvados del despropósito por un inspirado Al Pacino. David Gordon Green se aleja así del buen resultado conseguido con su trabajo anterior, Joe.


Aun capaz de irritar en algunos momentos, Señor Manglehorn guarda tramos de una belleza y fuerza inusitada. Eso sumado a la colosal interpretación de un actor que no merece ningún tipo de duda sobre su rendimiento, terminan por hacer de esta película un trabajo a ratos muy interesante. Una forma algo más acertada de mostrar la crisis de un hombre de edad avanzada en absoluta decadencia -los dos personajes de los que hablo bien podrían ser desdoblamientos del Pacino real-.

Una vez más, tenemos una buena oportunidad de asistir a una demostración de dotes interpretativas, pero a través de un producto que difícilmente pueda satisfacer otro tipo de necesidades. Algunos saldrán contentos de la sala, pero muchos otros pensarán si de verdad es necesario renunciar a un producto de mayor empaque por permitir esa exhibición a deshora.

Mi casa en París - La comedia (melo)dramática

sábado, agosto 08, 2015 0 Comments A+ a-

Mathias (Kevin Kline), un neoyoquino en peligrosa situación económica, viaja a París con la intención de vender un lujoso apartamento que acaba de heredar de su padre, con el que no mantenía relación alguna. Cuando llega a la casa, descubre que en ésta vive una mujer nonagenaria (Maggie Smith) junto a su hija Chloe (Kristin Scott Thomas). Lo que ha heredado es un contrato de viager que mantenía su padre con Mathilde, a la que deberá proporcionar una renta mensual hasta el fin de sus días. Debido a sus dificultades económicas, la anciana deja que Mathias ocupe una de las habitaciones, mientras éste busca opciones para vender la casa.


La situación que se plantea da pie a muchas salidas cómicas, que se materializan en el inteligente y ácido -en su primera mitad- libreto del debutante tras las cámaras Israel Horovitz, que adapta su propia obra My old lady. La primera mitad de la película es una delicia, se explota a la perfección la búsqueda de posibilidades de Mathias por evitar mantener el contrato. Asistimos a momentos impagables como cuando éste visita a la médico de cabecera de Mathilde para preguntar por su salud, cuya respuesta es que la anciana está como un roble. Kevin Kline está fantástico, sobre todo en esa faceta cómica de la que hablo, y es secundado a la perfección por las siempre correctas Maggie Smith y Kristin Scott Thomas.

Por desgracia, una vez superada la mitad del metraje la película se torna en un melodrama de oscuros secretos del pasado, de esos que tienen todos los ingredientes para fracasar por sí mismos. Si a esto le sumamos que la aparición de éste viene precedida de prácticamente una hora de comedia de lo más ligera, el contraste echa por tierra la patética historia que tiene lugar entre las paredes del apartamento. No hay equilibrio de ningún tipo, y si Mi casa en París no se echa a perder por completo es gracias a las interpretaciones de Kline y Scott Thomas, cuya química nos regala potentes escenas cómicas y dramáticas.


El ambiente hostil se ve reforzado con los objetos de caza que hay en la habitación que ocupa Mathias. El final de la cinta es para echarse las manos a la cabeza, los vínculos entre los tres protagonistas desembocan en una resolución un tanto torpe, que confirma esa clamorosa bajada de nivel con el cambio de registro que lleva a cabo Mi casa en París. Tenemos una estupenda primera mitad de comedia ligera, pero también una segunda realmente espantosa. El resultado se torna pues notablemente irregular, y deja un debut como director de Horovitz de lo más frío. Uno no puede evitar salir de la sala con una sensación agridulce, pues el inicio de la película apuntaba muy alto.

Les Combattants - Atípica historia de amor

viernes, agosto 07, 2015 0 Comments A+ a-

Arnaud es un joven cuya vida transcurre con normalidad, disfruta con sus amigos mientras trata de salvaguardar el negocio familiar. Probablemente no esté viviendo la vida de sus sueños, pero tampoco parece molestarle esa monotonía. Un día conoce a Madeleine, de extraña belleza, cuyas teorías sobre el futuro son desoladoras. Ésta se prepara para entrar en el ejército, a pesar de rechazar cualquier tipo de unidad e ir siempre contracorriente. Arnaud se ve seducido por tan inusitada personalidad, por lo que se apunta a unas prácticas del ejército junto a ella. Ésta es la premisa de la película multipremiada en la última edición de los César.


La ópera prima de Thomas Cailley se atreve a transitar por multitud de géneros, desde el romance juvenil hasta la cinta de aventuras con visos de comedia. Esta diversidad, que nutre a la película de un sinfín de registros y variaciones tanto tonales como temáticas, convierte a Les Combattants en un viaje harto satisfactorio. El viaje que emprende Arnaud se podría asemejar al que vive el propio espectador con el visionado de la película: la historia es siempre imprevisible, la capacidad de sorprender y su frescura son más que suficiente para ganarse mi atención. Es muy meritorio el trabajo de Thomas Cailley, que consigue mantener el nivel y el interés durante todo el metraje, a pesar de la cantidad de direcciones diferentes que toma la película en según qué momento.

Les Combattans es solvente en todo momento, pero tanta regularidad implica que, a excepción de un par de secuencias, no pase de ser un buena película y una genial ópera prima -que no está nada mal-. Sin embargo, hay algo que destaca por encima del resto de aspectos: la interpretación de una colosal Adèle Haenel. La joven está igual de brillante en su registro más arisco, coincidiendo con la primera hora de película, que cuando tiene lugar la más que evidente evolución de su personaje. Encontramos su más que digna contrapartida en Kévin Azaïs, que en ocasiones queda inevitablemente eclipsado por Adèle.


El nombre de Thomas Calley será escuchado de ahora en adelante, no os quepa duda. A pesar de tratar tan variados temas y géneros, el director francés evita dedicar tiempo a explicaciones innecesarias sobre el pasado de los protagonistas, pues realmente poco importa. De esa manera consigue dejar su impronta, y transmite una seguridad impropia para un director novel. En Les Combattans no sobra un sólo plano; la capacidad de síntesis del también guionista de la cinta es encomiable. Una atípica historia de amor tan cautivadora como técnicamente loable.

Lío en Broadway - Referencias y homenajes

viernes, agosto 07, 2015 0 Comments A+ a-

Peter Bogdanovich es un prestigioso director, actor, productor y guionista de cine. Pese a ser conocido por haber dirigido películas mundialmente conocidas y haber formado parte de la oleada del Nuevo Hollywood, hoy en día su nombre es escuchado más que por sus trabajos, por manifestar de forma recurrente su rechazo al cine hollywoodiense. Creo que es una buena forma de introducir esta crítica, pues Lío en Broadway referencia y homenajea constantemente a las comedias clásicas de los años 30 y 40. De hecho, los mejores momentos de la película remiten inevitablemente a muchas de esas obras, además de a otras más recientes del maestro Woody Allen.


Izzy (Imogen Poots), una joven actriz que acaba de dar el salto al estrellato, está siendo entrevistada por la prensa sensacionalista. Izzy desvela su pasado como prostituta, y también cómo pasó de hacer la calle a convertirse en actriz profesional. Mientras ella cuenta su historia, nosotros vamos viendo el desarrollo de la misma, que se convierte en una clásica comedia de enredos. Arnold (Owen Wilson) es un director de teatro que contrata de forma asidua a prostitutas, a las que ayuda económicamente para que lo dejen, como si de una ONG se tratara. Un día contrata los servicios de Izzy. Al día siguiente, ésta se presenta al casting de su nueva obra, en la cual también participa su mujer; el resto pueden imaginárselo.

Lío en Broadway es una película divertida y con un sinfín de personajes carismáticos, pero acaba siendo bastante irregular y repetitiva. Bogdanovich nos regala algunos momentos verdaderamente brillantes e ingeniosos, pero me da la sensación de que el libreto no daba para largometraje. La lucidez de algunas escenas contrasta con la vagueza y pesadez de otras, dejado al conjunto altamente desequilibrado.


El reparto de la nueva película de Bogdanovich salva a la película de transitar por lugares peligrosos, donde la mediocridad y el sopor habitan. Owen Wilson, una sorprendente Jennifer Aniston como psicoterapeuta, Will Forte, Kathryn Hahn y Rhys Ifans están muy bien sin excepción. Sin embargo, es Imogen Poots quien sobresale por encima del resto. Esta joven actriz que poco a poco va abriéndose sitio en el panorama realiza una interpretación soberbia; es increíble la presencia y el magnetismo que desprende en todo momento. Cuando la película afloja, está ella para aportar un interés que parece perderse.

Lío en Broadway es una película divertida y simpática en general, pero con la que rara vez llegas a reírte a carcajadas. Sus mayores virtudes son su extraordinario reparto y algunos destellos de calidad del que un día fue un autor importante. Un buen homenaje que, sin lugar a dudas, satisfará a todos aquellos que añoren las comedias clásicas de enredos. Su capacidad de sorprender es nula, sobre todo por, en ocasiones, limitarse a copiar situaciones de otras películas. Una buena opción para ver en este largo y caluroso verano.