Life Feels Good - Producto vegetal

viernes, octubre 09, 2015 0 Comments A+ a-


En poco más de un año han llegado a nuestras salas dos películas polacas con ciertos aspectos en común: Ida y Papusza. Ambas otorgaban una importancia incuestionable a la estética, aunque sin descuidar nunca el fondo. Las dos en blanco y negro, nos trasladaban al siglo pasado, en el que tenían lugar dos historias relativamente sencillas que tenían mucho que decir sobre la difícil situación del país. Life Feels Good, a diferencia de los trabajos mencionados, es una cinta relativamente comercial, cuyo objetivo primordial es contarnos una bella historia sin florituras. Que lo consiga o no es otro asunto.

Mateusz es un joven de 30 años que sufre de parálisis cerebral desde que nació. A pesar de que hoy en día lleva una vida normal -dentro de sus evidentes limitaciones-, ha sido tratado siempre como un vegetal. Life Feels Good nos cuenta la historia de Mateusz, desde que nació hasta el presente, donde, interno en una institución mental, es evaluado por expertos para conocer cuál es su nivel de discapacidad.


Narrada en su totalidad en primera persona, Life Feels Good nos introduce en lo que ha sido la vida del joven, a través de unos intertítulos que coinciden con su estado vital en cada momento. Es destacable y digno de admirar que se mantenga alejada de sentimentalismos impostados, pero también he de decir que tal decisión puede volverse en su contra, pues hasta el último tramo la cinta desprende una frialdad que limita mi conexión emocional. El tratamiento de la historia es bastante superficial, desarrollándose todo de manera un tanto acelerada.

La banda sonora escogida no me parece ni mucho menos acertada, pues tanto dinamismo y alegría hace que por momentos tenga la sensación de estar contemplando un anuncio de casi dos horas. Que una historia tan delicada se quede tan cerca de resultarme artificial es preocupante. Por suerte, y aunque sólo ocurra en tramos determinados del metraje, la historia de este ser humano que ha sido dado por vegetal -sin serlo- durante casi 30 años consigue superar todas las adversidades y ganar importancia.


Life Feels Good es una película que aporta más bien poco, cuya efectividad se debe casi en su totalidad a la estremecedora interpretación de Dawid Ogrodnik en la piel del Mateusz adulto. Sin resultar del todo fallida, desaprovecha una historia real que únicamente creemos así cuando está a punto de concluir. Lo que es evidente es que, a pesar de alejarse de la corriente lacrimógena hacia la que apuntaba su premisa, tiene la capacidad de emocionar de forma natural.

El coro - El viaje distraído

lunes, octubre 05, 2015 0 Comments A+ a-


No creo que haga falta ser ningún iluminado para, únicamente leyendo el título de esta película, acordarse de Los chicos del coro, de Christophe Barratier. Bastante lejos de ser un calco de la citada película, El coro es una propuesta influenciada, principalmente, por las cintas de superación cuando se trata de destacar en un entorno desconocido. Eso no quiere decir que no guarde ciertas similitudes con la obra francesa, pues encontramos sus mejores momentos cuando más cerca se encuentra de la misma: en los momentos musicales.

Step (Garrett Wareing), un conflictivo niño de once años, acaba de perder a su madre en un accidente de tráfico. El joven tiene un don extraordinario para la música, por lo que, gracias a la ayuda económica de un padre biológico que nunca ha querido saber nada de él, ingresa en una prestigiosa escuela cuyo coro infantil viaja por todo el mundo. Además de las diferentes confrontaciones con sus compañeros, primero por ser el nuevo y más tarde por pura rivalidad, tendrá que enfrentarse al exigente maestro de la escuela (Dustin Hoffman), que no parece especialmente alegre por su presencia.


Como ya he dicho, El coro es una película efectiva cuando los únicos protagonistas son el pequeño Step y la música. En esos momentos, poco importa que nos estén contando una historia mil veces vista, pues François Girard imprime la garra y emotividad suficiente para que lo acontecido nos interese. Desgraciadamente, acaban teniendo excesiva relevancia algunas subtramas y personajes (el del padre biológico es vergonzante) que, lejos de aportar algo positivo a la narración, dan la sensación de existir única y exclusivamente para dotar al relato de una innecesaria tensión y motivar giros argumentales cada cierto tiempo. Una decisión un tanto dudosa, la de convertir en un thriller -al menos momentáneamente- películas cuyo desarrollo no lo requiere.

Con una dirección bastante funcional, el director canadiense parece empeñado en darle importancia a una música que no para de sonar en los 106 minutos que dura la película. Cuando no son los chicos del coro los que cantan, escuchamos música diegética e incluso el sonido de instrumentos cuya aparición sólo se explica si es para su propia utilización. Esta necesidad de enlazar melodías y sonidos de cualquier tipo no me molesta, pues su concatenación está lograda y supone una verdadera muestra de intenciones.


Pero es indudable que, entre numerosas y diversas distracciones repartidas a lo largo del metraje, la historia principal tiene el dinamismo y la fuerza suficientes para sustentar una película bastante irregular. Además, nos encontramos un elenco actoral bastante destacado, tanto por las interpretaciones de los jóvenes como por las de viejas glorias como Dustin Hoffman y, sobre todo, Kathy Bates. Ésta última no sólo aporta el temple y la veteranía, sino que además se convierte en el alivio cómico de la cinta.

El coro, tan trillada como dolorosamente comercial, tiene las suficientes virtudes como para sobresalir entre los productos denominados de usar y tirar. Sin embargo, el buen sabor de boca que me dejó tras el visionado se ha ido tornando en indiferencia

El apóstata - Caótico proceso

viernes, octubre 02, 2015 0 Comments A+ a-



el pelele está malo, ¿qué le daremos?
una zurra de palos que le matemos.
el pobre pelele, el empelelao,
se tienta lo suyo, lo tiene arrugao.
le da con el dedo, lo quiere mullir, el pobre pelele se quiere morir.
el pelele está malo, ¿qué le daremos?
agua de caracoles, se pondrá bueno.
El apóstata cuenta la historia de Tamayo, un hombre de unos treinta años que, unido toda la vida a una religión que no comparte -el catolicismo-, decide apostatar para que así su nombre sea eliminado de todos los registros y cualquier vínculo con la iglesia desaparezca. Para ello deberá soportar un arduo proceso, repleto de trámites burocráticos y voces que cuestionan sus actos. Además existe un añadido bastante curioso: Tamayo es un ser descuidado, incapaz de terminar su carrera y que desea a su prima, lo que hace que a ojos del resto de humanos su decisión de apostatar sea vista como un mero capricho.


Federico Veiroj, que vivió unos años importantes de su vida en Madrid, decidió hacer esta película cuando su amigo Álvaro Ogalla, protagonista y coguionista de la misma, le contó su odisea a la hora de apostatar. Así, el director uruguayo alterna en esta deliciosa comedia el seguimiento casi documental de su protagonista -siguiendo la línea de lo que hizo en La vida útil-, con los delirantes episodios que tienen en lugar durante el proceso, complementados maravillosamente con las ensoñaciones del protagonista y con un uso siempre adecuado de los elementos cinematográficos.

A pesar de su liviandad y su estatus casi predefinido de película pequeña -por su presupuesto, sus pretensiones…-, El apóstata acaba colándose en esa categoría que alberga múltiples obras que, por diversos motivos, adquieren mayor entidad y trascendencia de lo que trasmiten sus propias intenciones. Porque sí, El apóstata es una de esas pequeñas grandes películas; de las que contienen lecturas y apuntes más que interesantes bajo su aparente simpleza. Veiroj consigue deleitarnos, a pesar de las escasas dimensiones de la propuesta, con su inagotable imaginación. Una cinta repleta de detalles, muchos de ellos aplicando múltiples referentes sin perder un ápice de personalidad.


Existe un pequeño peligro que, sin embargo, es sorteado con extrema facilidad. No obstante, no descarto que determinadas personas puedan sucumbir al encontrarse con un personaje protagonista un tanto apático. En cualquier caso, yo me contagio de la inusitada simpatía que desprende, que a mi juicio es fruto de esa misma apatía que muestra frente a ciertos aspectos de su vida. El apóstata, que remite no pocas a veces a El proceso -obra literaria o adaptación cinematográfica, igual da-, se sitúa como una de las mejores películas presentadas a competición en la última edición del Zinemaldia. Para este cronista se trata, además, de la mejor película española -si se me deja considerarla así- de este 2015.

Por si fueran pocas las virtudes de la cinta, también esquiva cualquier posibilidad de tildarla como crítica gratuita y desmedida a la señora institución llamada iglesia, pues el dibujo de un protagonista tan… ¿perezoso? aumenta las miras y el discurso, no saliendo ninguna de las partes bien parada. El humor surge a partir de dos posiciones completamente opuestas. Si menciono esto es, principalmente, porque ya he leído alguna opinión descalificando la película por ser una crítica injustificada a la iglesia y el catolicismo. Que nadie, independientemente de sus ideas o creencias, se aleje de esta genialidad por leer tales estupideces.