Nightcrawler. El fin (no) justifica los medios

jueves, enero 29, 2015 0 Comments A+ a-

Dan Gilroy, el experimentado guionista de películas como El legado de Bourne o The Fall, se pone por primera vez tras las cámaras a los 55 años -además de escribir el guión-. El californiano cumple con creces en su primer trabajo como director, dejándonos un intenso thriller con un par de secuencias filmadas con un pulso y una seguridad impropios en un director primerizo.

Louis Bloom (fantástico Jake Gyllenhaal) es un joven que intenta ganarse la vida como bien puede, vendiéndose como nadie e incluso ofreciéndose a empezar como becario -perspectiva peculiar la de Louis sobre este tema-. El protagonista es un ser carente de escrúpulos -como bien podemos ver al arrancar el metraje-, que no entiende o no quiere entender al resto de personas, y con unas ideas y objetivos muy peculiares e inmutables. Creyéndose capaz de conseguir cualquier cosa, él compra su propia lotería (una cámara y un receptor de la radio policial), para adentrarse en el mundo del amarillismo como "freelance", filmando escenas de violencia nocturna (crímenes, incendios, muertes de todo tipo, etc..).


El punto de partida es tan retorcido como atrayente, tan incómodo como morboso, tan escaso de originalidad como práctico. El film se sustenta en dos pilares: un espléndido guión y un extraordinario Jake Gyllenhaal. El guión -nominado al Óscar- brilla con luz propia; es tan enfermizo que es ahí donde reside su mayor virtud y, por ende, la de la película. La calidad de ésta se eleva cuando el guión es más bestia. Guión que alterna lo grotesco con una sátira hipérbolica que se ve reflejada principalmente en el personaje de Jake. Una segunda mitad de metraje frenética y sin concesiones se encarga de mantenernos pegados a la butaca. Jake Gyllenhaal vuelve a demostrar que es uno de los actores más completos del panorama actual, y el mejor de su generación. En Nightcrawler da un recital interpretativo al nivel de sus trabajos con Villeneuve; recital que realiza con una asombrosa facilidad, con una pérdida de peso que le adecúa más si cabe al papel. Sus gestos, su inquietante risa, su mirada; no interpreta a Louis Bloom, es él. No hay que olvidarse de Rene Russo, que encarna de manera sobrecogedora a esa directora de informativos que le compra el material a Louis.

En Nightcrawler, la podredumbre del periodismo y de la sociedad en general se materializa en sus personajes: Bloom, capaz de hacer lo que sea necesario por ganar unos miles de dólares más -y con ello, popularidad-; Nina, dispuesta a saltarse todos los límites ético-morales por ganar unos puntos de share; y Rick (sorprendente Riz Ahmed), el joven ayudante de Louis, que llegará al nivel de (des)humanismo de éste, con tal de ganar un poco -o bastante- más de dinero. Nadie se salva de la quema, la sociedad está podrida y sus miembros más.


No todo son puntos positivos en esta gran película, que se ve penalizada por una irregular dirección en su primera parte. Gilroy es un novato tras las cámaras, por lo que es totalmente normal y hay que quedarse con lo bueno (esas espléndidas secuencias). La banda sonora es un lastre muy pesado para el film, su uso es pésimo. No obstante, habrá que seguirle la pista al americano. Nightcrawler es una ópera prima brillante, un frenético thriller que no dejará indiferente a nadie. Eso sí, no es ni un Taxi Driver de nuestro tiempo, ni la nueva Drive; los puntos en común que pudiera tener con éstas se reducen a un coche y a la noche.

Project Almanac. Cómo agotar una idea

jueves, enero 22, 2015 0 Comments A+ a-

David Raskin (Jonny Weston) es un chaval muy inteligente que lucha por conseguir una beca para estudiar física. Tras ser admitido para estudiar pero denegada su beca, busca entre los trastos de su difunto padre -del que heredó su inteligencia- alguna idea mediante la cual poder agotar sus opciones de conseguir la deseada beca. Con la ayuda de su hermana, encuentra una cámara de vídeo en la que hay una grabación de 10 años atrás, en la cual se ve en un espejo a sí mismo (a su yo actual). A partir de este acontecimiento encuentra unos planos de su padre, que antes de morir estaba construyendo una máquina del tiempo para un proyecto del gobierno, el "Proyecto Almanac". David, junto a sus amigos y su hermana, se sumergen en la construcción de la máquina del tiempo, la cual usarán sin limite ninguno.

Es evidente que la película está enfocada a un público adolescente, por lo que no se puede decir que no sea honesta. Pese a tener una primera mitad interesante y bien dirigida, todo se va al traste conforme empiezan a viajar en el tiempo. La película está filmada cámara en mano (es la hermana del protagonista la que se encarga de grabar la mayor parte del metraje, siendo ésta su única función, pues cuando sale es para exhibir un primer plano de su escote) con una GoPro. La factura técnica es brillante -en cuanto ves que es Michael Bay el productor, todo encaja-. Pero como ya he dicho, su principal problema y el que tira todo por tierra es que no deja de ser una película teen -en el mal sentido-. Los personajes no pueden ser más cliché: el típico grupo de frikis e inadaptados que a raíz de usar la máquina del tiempo empiezan a ser populares; los personajes femeninos son ridículos, si hubiesen puesto un jarrón, hubiese hecho lo mismo que tenían que hacer ellas (salvo tener tetas, claro).


Como bien he mencionado anteriormente, la película abandona todas sus posibilidades de hacer algo interesante en el momento en el cual empiezan a viajar en el tiempo; a partir de este momento comienzan los giros de guión, giros que rara vez son bien ejecutados. Éstos se van sucediendo uno tras otro y, mientras los personajes causan daños colaterales en sus viajes, el guión los causa en la película. El descontrol propiciado termina por enturbiar buenos momentos, como el viaje a Lollapalooza a ritmo de Radiohead.

En definitiva, esta Project Almanac gustará a los adolescentes no mayores de 16 años. Es un producto interesante que no sabe jugar bien sus bazas, pero que al menos consigue acaparar tu atención y entretenerte; un entretenimiento que para muchos no será suficiente.